sábado, 21 de junio de 2014

PANTANO, de IVÁN ROJO



Cada día que pasa siento más repulsión hacia el mundillo literario. El otro día acudí a una presentación y le escuché decir al listillo de turno que "a él no le hace ninguna ilusión que lo publiquen ni que su libro esté en las librerías; ¡qué más da!" Pronunció esas palabras con un tono pretencioso que desenmascaraba enseguida su falsa humildad. Capullo. Es muy fácil decir eso cuando formas parte de la casta literaria, pero tal vez deberías detenerte un segundo a pensar en todos esos escritores noveles que luchan a diario (muchas veces infructuosamente) para hacerse un hueco en el mundo de la literatura y ver su sueño hecho realidad. Definitivamente, necesitamos un champú para acabar de una vez por toda con esta spanish caspa.
Venga, aquí va otra perla. Hace unos días presenté por segunda vez en Barcelona mi nuevo libro y estuve contactando con amigos, conocidos y escritores para invitarlos al acto. Uno de ellos me escribió lo siguiente: "Estoy muy metido en mi nueva novela y trato de no hacer otra cosa que no sea escribirla". Luego estos mandrias se quejan de que nadie va a sus presentaciones ni compra su basura. No me extraña.
Última, lo prometo. Hace unos meses se me ocurrió la idea de confeccionar una antología dedicada al gran John Fante y publiqué una serie de mensajes en las redes sociales para captar buenos relatos. Dije que participarían catorce autores y que solo se valoraría la calidad del relato por encima del estatus. Me escribió una escritora-caspa y me dijo: "Yo soy superfan de Fante (este anglicismo esta muy de moda hoy en día entre la gente cool), pero antes de nada quiero saber con qué editorial saldrá la antología. ¿Es una big?". Vamos a ver, todavía no has escrito nada y ya quieres salir en una editorial, y encima grande. Spanish caspa. 
Luego está gente como Iván Rojo. Me mandó un correo humilde y respetuoso con un relato cojonudo. Nunca había oído hablar de él, pero su historia le daba mil vueltas a la mayoría de los genios que pululan por ahí con sus egos desorbitados y por lo tanto está entre los catorce que rendirán homenaje a Fante. Iván también tuvo el detalle de mandarme su último libro, Pantano, una recopilación de relatos recién publicados por la interesante editorial Sven Jorgensen.
En palabras del prologuista, "Iván Rojo no es un escritor sucio si comprendemos que la auténtica belleza no es limpia y hay que sumergirse para rescatarla del fondo del pantano. De allí se vuelve con óxido y será la única huella que quede del tiempo al que, ahora, tendremos que sobrevivir". Una descripción magnífica de un libro que he disfrutado desde la primera hasta la última línea. Treinta y un relatos llenos de vida, desesperación, gente que se hunde en el pantano de la existencia o simplemente se encharca en él. Retazos de inquietudes y reflexiones profundas de gran trascendencia que acaban arrastrándote hasta el borde del pantano para que las moralejas queden bien claras. Algunos relatos desprenden una fuerza narrativa sorprendente, como es el caso de Carajo, Ocio nocturno, Atolones y Ring. A ver algunos extractos:


CARAJO:

Además de la isla de Mauricio, la república incluye las islas de San Brandón o Cargados Carajos, Rodrigues y las Islas Agalega”. Palabra de Wikipedia. Añade: “Población total: 1.240.827 (2007)”. Supongo que se refiere a personas.


Añade: “A la Isla Mauricio se le conoce en el mundo como la
Isla Playa. Perdida en medio del Índico, este pequeño pedazo
de paraíso está rodeado de lagunas. Los diferentes tonos
azules ilustran los fondos cristalinos del mar”.
Obra de algún poeta frustrado tecleando basura en un mac mientras muerde un donut, sin duda. Peor: obra de algún don nadie que se cree un poeta malogrado con tendencia al sobrepeso por culpa de las crueles circunstancias de la vida moderna, lo estoy viendo.
...
De repente me siento mejor. Les admiro. Y al llegar a casa escribiré un pequeño relato en el que seguramente no conseguiré transmitir lo que deseo: que hay muchas maneras de triunfar, y que solo un uno por mil de ellas son hermosas y puras y gratificantes. Y que desde luego no consisten en tumbarse al sol a la orilla del océano índico por haber aumentado el volumen de ventas de tu empresa.



OCIO NOCTURNO:


Es fácil componer la conversación; es la misma de siempre. Todo es lo mismo de siempre: los tres sentados bebiendo cerveza y hablando de… eso: lo mismo. Lo de siempre. Hace años que las cosas son así, idénticas a las del día anterior. Todo envuelto en una monótona nube de frustración. En realidad, menos que eso: no puede haber frustración si no hay talento para alcanzar ciertas cosas. Basta con decir que se están acostumbrando a ser mediocres. Degeneran cada día un poco más. Se alejan de todo y todo se aleja de ellos. Y tienen el cerebro suficiente para darse cuenta de ello y estar jodidos.


ATOLONES:

El cortacésped volcado, sus aspas girando y el nene de pie tambaleándose sobre sus piernecitas, completamente pálido, mirándote sin verte, en estado de shock, con los brazos desgarrados a la altura de las muñecas. Ni rastro de sus manos. Solo sangre por todas partes y pequeños pegotes de carne picada. Y Sultán que ya no ladra, que se limita a olfatear, coger y masticar tranquilamente los pedazos más grandes. Imposible reimplantárselas, piensas con una frialdad que ya sabes identificar como artificial, como mecanismo de defensa para evitar que tu corazón se detenga y explote ante semejante visión. Piensas, como si tuvieras el cerebro dentro de una cámara de vacío, que tu flamante villa acaba de convertirse de golpe y para siempre en una mazmorra inevitable. Que vas a tener que sacrificar a tu fiel Sultán. Que sin manos es imposible sujetar como corresponde las riendas de un pony. Que el nene ni siquiera podrá tener la experiencia de hacerse una paja. Que a sus espaldas no le llamarán el nene sino cosas mucho más horribles y dolorosas. Piensas que la hija de puta de tu mujer debería haber estado despierta para cuidar del nene, para evitar que esto pasara. Y piensas que ella pensará que mientras vuestro hijo era hecho picadillo tú estabas en la otra punta de la casa fantaseando con islas privadas. Piensas que ya jamás os podréis querer el uno al otro. Y piensas, atravesado por la punzada de dolor más exquisito que nadie haya sentido nunca, que el nene jamás os querrá como os podría haber querido. Porque por encima del amor flotarán nubes de culpa. Densísimas. Casi sólidas. Como las que descargan brutalmente de tanto en tanto sobre los paraísos insulares del Pacífico.

Un autor MUY interesante que hay que seguir con suma atención. La literatura necesita a tipos como Iván, no a esos payasos de tres al cuarto que llenan sus novelas de paja y le echan encima el espray tóxico y adictivo de McDonald para que le hinquemos el diente y después pasemos toda la noche abrazados a la taza del váter. 

Pantano, Iván Rojo y Sven Jorgensen: comida sana para bajar el colesterol y aumentar la actividad cerebral. Buena entrada de verano.


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