La primera vez que oí hablar de Mario Crespo fue durante la gestación de la Antología "Viscerales", salida a la venta a finales de enero de 2011 y presentada este pasado martes en Fnac Callao, en Madrid. Entonces me llamó mi amigo José Ángel y me invitó a participar en dicho proyecto que él mismo dirigía junto con Mario. Accedí enseguida y no me arrepiento. Al contrario, ha sido un honor. En un principio ese nombre me remitió al famoso delantero Hernán Crespo, ahora jugador del Parma (¡Forza Juve!) e ídolo de mi juventud, pero tras leerme su primera novela LS6, publicada por Bohodón Ediciones, y conocerlo personalmente las asociaciones semánticas se han ampliado y ahora Mario me hace pensar sí en un futbolista (en parte es inevitable), pero sobre todo en un gran escritor que se ha subido sin miedo a la palestra de la literatura. La novela está estructurada en seis partes y está ambientada en la ciudad inglesa de Leeds. Tenemos una fecha clave (21 de marzo de 2009), un lugar (el West Yorkshire Playhouse), y seis protagonistas muy diversos cuyas vidas están en manos del hado: para algunos esa fecha y ese lugar significarán el final del trayecto, mientras que para otros supondrán un cambio de raíl y el comienzo de un nuevo viaje vital por los derroteros de la existencia. Al final la pregunta surge espontanea en la mente del lector: ¿es todo aleatorio o realmente nuestros destinos están trazados desde que nos traen al mundo? ¿Suceden las cosas porque sí o el porvenir está escrito desde un principio?¿Qué coño pasa con el albur? Según Leo Carragher, para mí uno de los personajes mejor perfilados de la novela, todo está escrito, y si su mujer e hijo murieron fue por algo: "Creía en el número áureo, en la proporción entre las partes, por eso pensaba también que la vida le debía algo. Y tuvo miedo de morir, antes de ser recompensado"(pág 89). Interesante también el intercambio de la persona (hay tres relatos en tercera y tres en primera), un recurso que aporta cierta frescura a la historia y hace que la narración no se vuelva monótona y mantenga enganchado al lector.
La idea de que cada uno de nosotros tenemos un lugar en el mundo y de que las vidas de los seres humanos se cruzan a diario en el inmenso océano de las coincidencias nos hace reflexionar sobre los grandes misterios de la existencia. Sin duda alguna, saber encontrar el lugar que te corresponde es una tarea complicada que requiere mucha dedicación. Leemos en la página 23:
"Saber dónde está tu lugar no resulta fácil. Pero si lo encuentras debes advertirlo a tiempo. De otro modo, te arrepentirás toda la vida y querrás volver a la estación donde no cogiste aquel tren".
Pues bien, parece ser que Mario sí ha conseguido hallar ese lugar. Se trata de un sitio llamado Literadura (con mayúscula y con d en la penúltima sílaba) al que muy pocos tienen acceso. De hecho, es una especie de fortín en el que se atrincheran los guerreros más valientes, un fortín asediado a diario por la banalidad de las letras y los chuzos de los escritores mediocres. Te has metido en un lío de cojones, compañero; la jodienda solo acaba de empezar, pero tranquilo: resistiremos.
La idea de que cada uno de nosotros tenemos un lugar en el mundo y de que las vidas de los seres humanos se cruzan a diario en el inmenso océano de las coincidencias nos hace reflexionar sobre los grandes misterios de la existencia. Sin duda alguna, saber encontrar el lugar que te corresponde es una tarea complicada que requiere mucha dedicación. Leemos en la página 23:
"Saber dónde está tu lugar no resulta fácil. Pero si lo encuentras debes advertirlo a tiempo. De otro modo, te arrepentirás toda la vida y querrás volver a la estación donde no cogiste aquel tren".
Pues bien, parece ser que Mario sí ha conseguido hallar ese lugar. Se trata de un sitio llamado Literadura (con mayúscula y con d en la penúltima sílaba) al que muy pocos tienen acceso. De hecho, es una especie de fortín en el que se atrincheran los guerreros más valientes, un fortín asediado a diario por la banalidad de las letras y los chuzos de los escritores mediocres. Te has metido en un lío de cojones, compañero; la jodienda solo acaba de empezar, pero tranquilo: resistiremos.