miércoles, 31 de julio de 2013

INERCIA GRIS, de DAVID ALIAGA

Acabo de volver de un stage intensivo de Yoseikan Budo en Francia y tengo el cuerpo tan hecho polvo que a duras penas puedo pensar. Pero me acabo de leer Inercia gris, de David Aliaga (Editorial Base, 2013), y voy a sacar fuerzas de flaqueza para escribir esta reseña.Vamos a ver, David tiene tan solo 24 años y parece ser que ya ha publicado varias cosas, lo cual avala su precocidad, pero también su talento. Apenas hemos intercambiado unas palabras en ocasión de la presentación de la Revista Quimera en Il Magazzino italiano hace unas semanas, pero me dio la sensación de ser un tipo honesto, tranquilo y con el ego bajo control y no por las nubes (algo jodidamente complicado de encontrar hoy en día). Su libro es una colección de trece relatos (mi número de la suerte) que se lee en poco más de una hora. La lectura es amena y fluida y delata una madurez estilística que desde luego yo no poseía a su edad. Ya desde la primera historia, El pez muerto, quizá una de las más logradas del conjunto, queda patente cuáles son las influencias del autor y los modelos que sigue: Raimond Carver (La catedral, Anagrama) y John Cheever (Fall River, Tropo Ediciones), entre otros. Como ya nos adelanta David Vidal Castell en el prólogo, el autor nos ofrece unos pedazos de iceberg a la deriva en los que solo vemos una octava parte de lo que pasa, aunque lo que realmente atrapa al lector es esa sensación de inercia (gris, claro) que envuelve cada uno de los personajes con su telaraña gigante y que nos hace reflexionar sobre el sinfín de vidas amorfas y oxidadas que ocupan ese enorme tablero llamado existencia. El paisaje de fondo de estas historias es América, pero en realidad podría ser el Baix Llobregat, o alguna región de Italia, o Francia, o un barrio de Londres, o Japón. Como dijo el gran Sinlcair Lewis en su obra maestra Calle Mayor: "La ciudad se llama en nuestra historia Gopher Prairie, en el Estado de Minnesota; pero su calle Mayor es la continuación de las calles mayores de todas las ciudades". Lo mismo ocurre con los relatos de David, y esa inercia gris no es más que un mal del mundo que podemos encontrar en cualquier lugar, incluso sin necesidad de salir de casa. A destacar sobre todo los relatos El pez muerto y Sin trabajo. En el primero, Frank sale a pescar caballas tras recibir una llamada de su exmujer. Una vez en el barco, se acuerda de un cuadro de Picasso en el que aparecen marido y mujer; él mira el suelo mientras que la mujer dirige su mirada suplicante al espectador. Leemos:

"Se le ocurre que si ese par de pobres casados pudiesen cobrar vida y un día un tipo sensible hubiese visitado el museo, le hubiese tendido la mano a la muchacha y ella habría salido del marco para marcharse abrazada al estudiante de Historia del Arte y el marido se hubiese quedado mirando el suelo, y ya no sería Pareja de pobres, sino El hombre pobre. O sería mejor que lo llamasen El pobre hombre, ya que, aunque seguiría teniendo frío y hambre, no tendría esposa que tuviera compasión de él" (pág. 17).

En el otro relato Rober es un carpintero que se queda sin trabajo y que de repente nota cómo su mujer Catherine se va distanciando hasta el día en que decide marcharse de casa. Dice:

"No puedo quedarme aquí viendo cómo nos convertimos en un montón de chatarra oxidada" (pág.: 63).

Se tiene la sensación de que en estos relatos no pasa nada, pero en realidad ocurren muchas más cosas de lo que pensamos. Es como si chocáramos contra un iceberg en medio del mar glacial y su punta horadara la presa de nuestra imaginación. Hay varios autores en España que se han decantado por el relato breve, pero así como muchos han sido sobrevalorados (entre ellos sin duda Matías Candeira), por suerte tenemos voces interesantes que pronto nos sorprenderán gratamente con una novela redonda. ¿Será David uno de ellos?  
Lectura refrescante para alejar momentáneamente este maldito calor africano y el sopor que trae consigo. Recomiendo poner como canción de fondo durante la lectura Desperado, de Los Eagles, y darle al repeat. Buenas sensaciones epidérmicas.



sábado, 20 de julio de 2013

FAUBOURG, de GEORGES SIMENON


Aviso a navegantes sin rumbo, o mejor dicho chivatazo veraniego a editores desnortados. El otro día, en el aeropuerto de Milán, di con esta novela del gran Georges Simenon recién publicada por Adelphi y la leí durante el vuelo que me devolvió a Barcelona. Se trata sin duda de uno de los mejores libros del prolífico escritor belga, al menos de los que he podido leer (recuerdo que se ha sacado de la manga la friolera de 220 obras y ha vendido más de 500 millones de libros). 136 páginas escritas magistralmente y con un giro final digno de un maestro. La historia es sencilla, como suele ocurrir con las grandes novelas: René De Ritter, cuarentón que ha viajado por el mundo haciendo uso de picaresca y apañándose con trabajos humildes, vuelve a su pueblo en compañía de Léa, una mujer que conoció en un burdel, con la intención de hacerse rico a costa de sus paisanos catetos, por ejemplo vendiendo una esmerarla a un precio desorbitado u orquestando fraudes de poca monta con la complicidad de su compañera. Pero las cosas no salen como esperado, y René se ve arrastrado por ese torbellino de recuerdos y amarguras que lo hicieron huir cuando tenía dieciocho años. ¿Por qué demonios ha vuelto a su pueblo natal después de tanto tiempo? ¿Tal vez para contar sus aventuras por el mundo a esos pobres paletos y ganarse su respeto? ¿Y si Léa tuviera razón cuando le dice que no es más que un aficionado? ¿Por qué se empecina tanto en quedarse en ese pueblo de mala muerte? Aquí va un breve fragmento:

"È l'occasione buona per andarcene..."
Ma lui non aveva nessuna voglia di partire. Gli era piombata addosso una specie di stanchezza. Era partito troppe volte nella sua vita. Non aveva fatto altro che partire. Ora, anche se pieno di rabbia, provava il bisogno di girovagare per quelle strade, di riconoscere i muri, i profili, le insegne dei negozi e perfino di sentir dire: "È morto per una bronchite". Quanti relitti! Quanti divorzi! E nuovi matrimoni! E gente che aveva cambiato mestiere, senza motivo (pág.: 61).

Novela maravillosa, ideal para todos aquellos que en algún momento de su vida sintieron la necesidad de sacudirse la inercia gris de su pueblo y salieron en busca de aventuras y de un futuro mejor. ¿Alguien se anima a publicarla en España? Apuesta segura.



viernes, 12 de julio de 2013

DOCTOR SAX, de JACK KEROUAC



No soy un gran admirador de Kerouac ni de la Generación beat pese a que le guardo mucho respeto, debo reconocerlo. Siempre he tenido la sensación de que se le ha otorgado más valor del que realmente tiene, más calidad de la que rezuman sus autores. Pero bueno, la vida está repleta de situaciones como esa, de infravaloraciones y sobrevaloraciones que acaban minando el equilibrio de la balanza de la existencia. ¿Queréis un ejemplo ad hoc? Pues coged a cualquier libro de Vila-matas o Javier Cercas o José María Guelbenzu y después leed Morir y vivir en Lavapiés (Ediciones Escalera, 2012) de José Ángel Barrueco (lo releí por segunda vez la semana pasada y es una bomba). Los primeros gozan de un gran reconocimiento a nivel mundial (los felicito desde aquí y me alegro mucho), mientras que el segundo se mueve por el underground literario madrileño y lo más probable es que pocos lo conozcan más allá de su blog y menos aún fuera de España. Sin embargo, ninguna de las obras de estos supuestos grandes autores alcanza el nivel del libro de Barrueco, ni siquiera de lejos. Se trata de ser objetivos y honestos, pese a que para gustos hay colores. Si no me creéis, haced el experimento y luego hablamos. ¿Qué significa esto? En realidad no mucho, simplemente que la balanza de la que hablamos antes está algo jodida. Tal vez sea un problema de pilas, quién sabe. Pues bueno, esa siempre ha sido la sensación que he tenido tras leer autores de la Generación beat. Buenos libros, pero NO obras maestras. El único que tal vez se eleva por encima del montón es On the road (El el camino) de Kerouac, una novela muy interesante sobre América, que de todos modos sigue sin conquistar el alma de este servidor, cualidad indispensable en toda obra maestra. Pese a ello, me animé con Doctor Sax (Ediciones Escalera, 2013) y me llevé una grata sorpresa. Se trata de una novela semiautobiográfica sobre la infancia de Jack Duluoz (claro alter ego del autor) en Lowell, Massachussets. Marcada por el inconfundible estilo de escritura automática que catapultó a Kerouac al Olimpo de la Fama, la novela narra la historia de un chico que crece en un sórdido pueblo industrial de la América profunda, rodeado de visiones góticas que adquieren un significado simbólico y literario de gran relieve. El doctor Sax es el hombre misterioso que domina la imaginación de Jack, la sombra maléfica que lo acecha desde la oscuridad, un Fausto de nuestros días que forcejea entre el Bien y el Mal, tratando de derrotar la Serpiente del Mundo (¿el Diablo?) que habita en el Castillo. Las metáforas y los guiños a la literatura gótica y al mito fáustico son constantes a lo largo del libro, y demuestran ese gran talento narrativo de Kerouac que no acababa de ver del todo en On the road. Muy interesantes sobre todo los capítulos finales, cuando el chico por fin se decide a acercarse al Doctor Sax y vive con él extrañas experiencias oníricas, como sobrevolar Lowell, crear una pócima mágica para acabar con la Serpiente y eludir así la condena eterna o tener una visión panóramica del Mundo (véase Doctor Fausto de Mann o Melville y El diablo cojuelo de Vélez de Guevara). Aquí van un par de fragmentos:

"Ríes con tu carita alelada, juegas en las calles, no conoces la diferencia, incluso mi padre llevaba años advirtiéndomelo, todo se reduce a un tortuoso asunto con un nombre atractivo, es lo que llamamos VIVIR, o más bien PREGONAR... Cómo se desgastan las paredes de la vida, cómo se colapsan nuestras vigas maestras, nuestros tendones" (pág.: 91).

"Toda tu América, dice Sax, es como una densa colmena balzaciana a punto de caramelo. Y de pronto, allí mismo, sin ninguna razón aparente, enfurece, como si fuera a explotar o incubara un eructo, como un toro a punto de vomitar un barril de sangre, ja ja je je ja, y eructa, je je ja ja, ahí se acerca de nuevo, por el otro lado, tiemblo de pies a cabeza, salto para esquivar la guadaña de su risa. Luego veo su mirada lasciva que se oculta, y vuelve a reír. Esta noche la Serpiente será aniquilada...
Míralos, dice Sax, mira tus campos, tu oscuridad, tu noche. Esta noche meteremos a todos los gusanos en la olla de la destrucción" (pág.: 223).

Esto ya es harina de otro costal. Bravo, Jack. Lectura de verano altamente recomendable para evadirse de la estancada y aburrida realidad que amenaza con tragarse el mundo. Felicidades a los editores de Escalera por la labor realizada en estos años: mejor publicar poco y bien que sacar basura hedionda a espuertas y colapsar el mercado y vendernos bicis sin sillín. Tomen nota muchos editores.