martes, 30 de septiembre de 2014

JOHN FANTE, VIDAS Y OBRA COMO UN SONETO SIN ESTRAMBOTE, de EDUARDO MARGARETTO



Los seguidores de John Fante estamos de enhorabuena, pues se acaba de publicar en España una nueva biografía sobre el maestro de los maestros. Tras Un legado de escritura, alcohol y supervivencia, lanzado por Sajalín Editores en 2012 y escrito por el hijo Dan Fante, llega al mercado español este maravilloso trabajo de investigación de Eduardo Margaretto, quien afirma llevar más de veinte años documentándose sobre el escritor italoamericano. Sus casi 400 páginas se leen de un tirón y puedo afirmar, con conocimiento de causa, que el autor se lo ha currado de lo lindo. España es quizá uno de los países de Europa donde más tarde han llegado los libros de Fante, y eso es algo que debería cuando menos hacernos reflexionar. Eduardo y yo no nos conocemos, pero desde hace años estoy plenamente convencido de que todos los fantianos estamos predestinados a encontrarnos al menos una vez en la vida. Puede que sean las conyunturas de los planetas, no sé, pero el caso es que casi todos estamos relacionados de un modo u otro y tarde o temprano acabamos conectando. En 2008 conocí personalmente a Dan Fante y desde entonces somos buenos amigos. Recuerdo que lo primero que le dije fue que yo era la reencarnación de su padre y el pobre hombre llegó a tomárselo bien. Le conté que yo nací al poco de morir John y que durante años he tenido extraños sueños con la casa de Malibú sin saber nada de la vida de su padre. El caso es que sigo convencido de eso, pero es mejor que no lo diga muy alto, no sea que me encierren de por vida en un psiquiátrico. En 2009 estuve en el festival de Torricella Peligna y conocí al resto de la familia y al biógrafo americano Stephen Cooper, con quien viajé a Roma. También hubo conexión. Llámala sinergia o cómo quieras, pero si eres fantiano acabarás parando en la misma gasolinera que yo: la de las emociones fuertes. Dicho esto, pienso que en esta vida cualquier idiota puede escribir una novela o una biografía. Cualquiera. Lo que pasa es que muy pocos saben hacerlo con el corazón. Eduardo Margaretto lo ha conseguido. Ha creado una biografía desde la objetividad que se reserva a esta clase de escritos, pero le ha dado vida utilizando un estilo fresco y directo, igual que hacía John Fante cuando se sentaba delante de su máquina de escribir y golpeaba el teclado como si escupiera sangre con cada palabra. No sabes lo que daría por leer una novela de Eduardo, o un relato, o un poema, o simplemente la lista de la compra de los viernes por la tarde. Estas personas son responsables de que haya más lectores en el mundo y de que los que tanto aborrecen la literatura, muchas veces por culpa de malas experiencias, poca apertura mental o simplemente por haber tenido docentes ineptos, se acerquen a los libros y no se asusten tanto después de llevar dos o tres páginas leídas. En 2012 empecé a impartir Literatura del Siglo XX en ESERP, una escuela universitaria de Barcelona enfocada principalmente al mundo empresarial y de la comunicación. Lo primero que hice, tal vez con un atrevimiento algo descarado para ser "el nuevo", fue introducir como lectura obligatoria Pregúntale al polvo de John Fante y quitar En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. No quiero con eso decir que el autor francés sea un paquete; al revés, creo que en muchos aspectos ha sido genial, pero es un jodido tostón. El segundo año también quité el Ulises de James Joyce y puse en su lugar Fuck América de Edgar Hilsenrath. Si alguien ha logrado terminar el Ulises, por favor que me mande un correo. Yo lo dejé por la mitad y no me da vergüenza en absoluto reconocerlo. El resultado, después de dos cursos académicos, es que muchos alumnos se han acercado a la lectura gracias a la historia de Arturo Bandini y Camila López, una historia sencilla, directa, llena de pasión y que destila un verdadero amor por el arte de escribir. El Ulises, en cambio, muchos estudiantes se lo pasan por el forro de los cojones y yo me uno a ellos. No necesito demostrar nada a nadie, mucho menos que soy un intelectualoide de tres al cuarto que lee cosas difíciles e infumables porque se cree más listo que los otros mortales. Esa mierda se la dejo a los pardillos y a los críticos que publican bazofia en sus revistas o a los inútiles que dan clases de escritura creativa. Si hay algo que tengo claro es que se aprende a escribir solamente viviendo la vida y leyendo buenos libros, de esos que hacen aflorar nuestras emociones y nos ensalzan el corazón. John Fante lo hacia de puta madre, te lo prometo, y su hijo Dan también. Otros autores se le acercan mucho, como Hubert Selby jr, Sherwood Anderson, Edgar Hilsenrath, Nicola Pezzoli, Don Winslow, Charles Bukowski, Donald Ray Pollock, William Saroyan, Milan Kundera o Kenneth Cook, solo por citar algunos. Otros se convierten en admiradores obsesionados y se conocen todas sus obras al dedillo, y aquí tenemos a uno de ellos que, consumido por el fuego de la admiración, incluso se ha atrevido a sacar una biografía. Y no me refiero a uno de esos libros llenos de paja que tanto se llevan hoy en día, sino a una biografía novelada escrita con garra y sentido del humor. Chapeau, señor Margaretto. Espero poder tener el lujo, un día de estos, de poder quedar y tomarnos un café juntos mientras evocamos esos universos fantianos que tanto nos hacen soñar y que por supuesto nos ayudan a vadear ese pantano infernal llamado existencia. Augusto Daolio, para mí el mejor artista italiano del siglo XX, dijo una vez que los que usan solo la voz para cantar, tarde o temprano tendrán que callar, mientras que los que cantan con el corazón vivirán para siempre en los sentimientos de la gente. Pues bien, este libro está escrito con el corazón, y espero de verdad que sus alas relucientes lo lleven pronto hasta el Olimpo de los grandes. Salud.