miércoles, 15 de febrero de 2012

STONER, de John Williams




Si hay algo que últimamente me molesta sobremanera es la literatura pretenciosa, y están los anaqueles a rebosar de autores de tres al cuarto que se creen muy listos y que piensan haber dado con la fórmula secreta de la Coca-Cola. Siento deciros que ya estaba todo inventado antes, amigos, que algún listillo ya tuvo vuestra genial idea el siglo pasado. El caso es que me irrita el mero hecho de que un autor, cuya supuesta superioridad nadie atisba a ver, le hable al lector desde un pedestal. Es como si quisiera aleccionarte acerca de algo que solo su mente privilegiada puede aprehender, y luego te pones a leer su gran obra maestra y te das cuenta de que no es más que un bodrio, de que ese tipo no tiene nada que contarte y se divierte a tomarte el pelo con sus jueguecitos literarios. ¿Qué es lo que queréis enseñarnos? ¿De qué vais, tíos? Digo todo esto para enlazar con un libro honesto y bien escrito que es justamente todo lo contrario: Stoner, de John Williams. Como dice Tom Hanks en la contracubierta, "Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro, pero es una de las cosas más fascinantes que he encontrado". No puedo estar más de acuerdo, pues se trata de una novela al más puro estilo americano (véase Sherwood Anderson), narrada con un ritmo ágil y directo y con pasajes absolutamente magistrales. Vila-matas escribió en El País que "Sorprende que Stoner, siendo la obra maestra que es, haya podido ser ignorada durante tanto tiempo". A mí me sorprende más bien que eso lo diga Vila-matas, aunque prefiero obviar este tema. El protagonista es un hombre cualquiera, un tipo normal y corriente que vive un matrimonio de cartón y que sucumbe ante todos los convencionalismos de la vida. Su aventura amorosa con Katherine Driscoll, profesora mucho más joven que él, es sin duda uno de los puntos fuertes de la historia, el grito de rebelión que el lector esperaba ansioso, el giro que le da potencia a la narración y donde la novela alcanza una profundidad absolutamente encomiable. No sé si se puede considerar una obra maestra en toda regla, pero Stoner es un libro de primerísimo orden, una lectura obligatoria para todos los que gusten de la buena literatura comprometida con la escritura sencilla y emotiva. Aquí va un fragmento de muestra:


"Pero ante William Stoner el futuro era brillante, cierto e inalterable. Lo veía no como un flujo de eventos, cambio y potencialidad, sino como un territorio que se extendía ante él a la espera de ser explorado. Lo comparaba con la gran biblioteca de la universidad, a la que podían adosarse nuevas galerías, añadirse libros nuevos y retirarse los viejos, sin que su genuina naturaleza se alterase nunca en lo esencial. Veía su futuro en la institución con la que se había comprometido y a la que tan imperfectamente había comprendido. No se concebía a sí mismo cambiando en ese futuro, pero veía el futuro mismo como el instrumento de ese cambio más que como su objeto" (pág.: 28).

Si queréis un consejo, olvidaos por un momento de los nocilleros e intentad haceros con este libro. Vais a estar un buen rato a merced de la literatura auténtica.