No conozco a Javier Serrano. Nunca he hablado con él. Nunca nos hemos visto personalmente. No somos amigos. Antes de leerme su última novela, La jaula, solo compartíamos editorial, pero tras la lectura de este libro creo que compartimos también el afán por intentar hacer buena literatura, lo cual no es baladí. La jaula es una obra potente que engancha desde principio a fin, magistralmente escrita y con una fuerte carga existencialista que se abre a varias interpretaciones y metáforas. Bastián Bastián, un aprendiz de notario sin pena ni gloria, es conducido sin explicación alguna a un extraño penal en medio de la nada donde los prisioneros se vigilan los unos a los otros y donde Fierro, el preso con más poder, una especie de supervisor en una cadena de montaje cualquiera, se encarga de que los reos cumplan las normas mientras los observa desde lo alto de su torre. Las referencias a El proceso de Kafka son evidentes, aunque esta novela me recuerda incluso más a La habitación, de Hubert Selby jr. (Ediciones Escalera, 2010), sobre todo por la angustia trascendental que acaba contagiando al lector. En esta jaula donde Dios os ve (así reza el epígrafe en la entrada) no hay pasado ni futuro, no existe el tiempo ni la esperanza, si excluimos las cartas inventadas que los presos encargan a Aldo primero y a Bastián después como única vía de fuga. "Ahí fuera no hay nada", habían sido las palabras de su amigo. Y era verdad: el mundo era nada, el mundo era noche (pág. 52). La escritura pues como salvación, la escritura como única moneda de cambio en un mundo nihilista donde todo es mecánico y falto de sentido, donde la voluntad es subyugada a diario, igual que en una fábrica de muñecas. ¿Quiénes son los verdaderos prisioneros, los de fuera o los de dentro, los que se acomodan a la tranquilidad de la prisión o los que buscan la libertad y luego padecen a la intemperie de la existencia? ¿Qué coño le pasa a ese pájaro metido en la jaula con el que sueña a menudo el protagonista? ¿Por qué no sale a volar si la puerta está abierta? ¿Qué es lo que lo frena? Esta novela abre muchos interrogantes, pero todos se quedan estancados en nuestra mente igual que ese pájaro en la jaula. Es difícil encontrar una respuesta satisfactoria, y creo que lo mejor sin duda es hurgar en nuestros corazones. Allí debe de haber algo, joder.
En fin, un libro muy recomendable, la enésima apuesta certera del ambicioso proyecto de Eutelequia, una editorial pequeña que comenzó sus andanzas hace poco más de un año y que está empezando a sacar la artillería pesada para hacerse un hueco de relieve en el mundo editorial. Que truenen los obuses.