sábado, 25 de enero de 2014

BUTCHER'S CROSSING, de JOHN WILLIAMS



Will Andrews, un joven pipiolo de veintipocos años, abandona sus estudios en Harward y se marcha al oeste para encontrar esos recónditos misterios de la naturaleza que acabarían dando un sentido a su vida. Corren los años setenta del siglo XIX y la mayoría de pueblos del oeste no son más que un conglomerado de casas mal construidas y habitadas por putas y cazadores de tres al cuarto que cazan de día y se emborrachan de noche en el Saloon del pueblo en medio de una timba de póker. Oeste americano en estado puro, 100% auténtico. Tan visual que la imagen aparece en alta definición ante nuestros ojos. El joven Will se establece en Butcher's Crossing, un paraje olvidado de la mano de Dios donde conoce a Miller, un cazador de pura cepa con quien decide emprender una alocada aventura hacia Colorado en busca de pieles de búfalo. El viaje no presagia nada bueno y el grupo, cuatro personas en total, pasa por todo tipo de privaciones hasta dar por fin con una gran manada que les proporcionará pieles y dinero. Todo parece ir por buen camino, pero el invierno está a las puertas y la codicia del hombre acabará cobrándose un precio muy elevado. Dicho esto, imagínate ahora que eres un autor desconocido y envías una novela de estas características a la mayoría de editoriales y agentes literarios de este país. ¿Quieres saber lo que van a hacer con ella? Venga, te echo una mano: metérsela por el culo. Ni siquiera van a abrir el archivo de word, tal como lo oyes. No esperes esa oportunidad porque nadie te la va a dar, siento decírtelo de esta forma. ¿Sabes por qué? Venga, vuelvo a ayudarte: porque en este país se vive de puta madre y se come y se bebe como en ninguno, pero no esperes que los editores tengan los cojones suficientes como para lanzar una novela vital de supervivencia como sería la obra de John Williams. Solo lo harán si ven el cometa reluciente y su cola de éxito que viene de Estados Unidos. Solo así. En todos los otros casos pasarán de ti y ni siquiera se molestarán en decirte que no. ¿Sabes por qué? Te lo digo: porque si la mayoría ni siquiera tienen cojones para contestar a un correo electrónico, ¿cómo demonios van a empatizar con la historia de un chaval que deja la universidad y va a cazar búfalos en un territorio salvaje donde sobrevivir se convertirá en un reto diario? Yo ya te llamo, yo ya te escribo. Pobres hijos de puta. Necesitaríais una buena temporada en Butcher's Crossing, amigos, y veréis qué huevos de madera os salen. El problema es que hoy en día lo tenemos todo y nuestras preocupaciones se limitas a frivolidades y a necesidades materiales que no llevan a ningún sitio y que solo consiguen ablandarnos un poco más. Por eso pasamos de todo y preferimos ignorar las cosas que enfrentarnos a ellas. Una temporada en Butcher's Crossing y te aseguro que la mayoría de jóvenes de treinta años que todavía viven con los padres encuentran curro en un par de días y dejan de atontarse delante de la consola.
Este libro de Williams, para mí incluso superior a Stoner, su anterior novela, es una historia dura y rebosante de vitalidad. Su estilo, fresco y depurado, es un himno a la sencillez y a la narrativa sin pretensiones que consigue llegar al corazón de los lectores con la sola fuerza de las palabras. Un par de fragmentos:

"Pensaba que ese era el principal significado que podía encontrarle a la vida, y le pareció que todo lo acaecido en su niñez y en su juventud había sido un preámbulo para el preciso instante en que ahora se encontraba, como un pájaro antes de alzar el vuelo" (pág.: 66).

"Pues no hay nada, ¿entiendes? Naces, mamas mentiras, te crías en casa con mentiras, aprendes todo tipo de mentiras en la escuela. Toda una vida llena de mentiras, y luego, cuando ya vas a morir, tal vez te das cuenta de que no hay nada, nada salvo tú mismo y lo que podrías haber hecho. Pero, claro, no lo hiciste porque esas mentiras decían que había algo más. Y entonces te das cuenta de que podrías haber tenido el mundo entero, siendo el único que conoce el secreto... Pero ya es demasiado tarde. Te has vuelto viejo y no hay vuelta atrás (pág.: 328).

Una lectura altamente recomendable, sobre todo para aquellas personas que necesiten endurecer un poco sus huevos y que sueltan demasiadas estupideces cada vez que abren la boca.