jueves, 23 de diciembre de 2010

PORTADA DE VISCERALES



Ya falta poco para que salga a la venta este ambicioso proyecto (16 de enero de 2011) en el que participo con el relato "La gaviota". Un agradecimiento especial a los dos antologistas Mario Crespo y José Ángel Barrueco.

martes, 7 de diciembre de 2010

MEDIDAS DESESPERADAS, Lydia Lunch



Nunca había oído hablar de Lydia Lunch ni de la Editorial Libertos. Nunca. Supongo que me atrajo el diseño de cubierta, o quizá ese título tan cañero: Medidas Desesperadas. Leí algunas líneas al azar y lo compré. Vaya, pensé, por fin una mujer que no escribe libros de autoayuda sobre cómo ser feliz y subir la autoestima tras el quinto parto. Interesante. Después de acabar la lectura, comprendí que tenía entre manos a una grandísima escritora, a la altura de los maestros de la literatura americana como Hubert Selby Jr. o John Fante, tipos sin pelos en la lengua y con esa escritura ácida que corroe sin piedad todo rastro de convencionalismo basura. Frases rápidas, palabras sonoras, conceptos contundentes, todo empapado en una furia ciega que mantiene al lector cogido de los huevos hasta el final.
El libro está dividido en cuatro partes y cada una de ellas se compone de unos cuantos relatos. Entre los más logrados destaco
La maternidad no es obligatoria, En una época de engaño universal y Johnny Dos de Espadas, además de la entrevista con Hubert Selby Jr. en la última parte titulada El hombre que se negaba a morir. Son los más duros, atrevidos y sobre todo profundos. Por ejemplo, leemos en la página 44:

"Mi reloj biológico se descompuso incluso antes de ponerse en marcha. La sola idea de que una forma de vida extraña se desarrolle en el interior de mi cuerpo me aterroriza. A duras penas soporto vivir en mi propia carne. Llamadme inhumana, si queréis, pero pensar en dar a la luz me da escalofríos. Me parece el acto más antinatural que una mujer pueda perpetrar conscientemente contra sí misma".

Me imagino a una de esas agentes literarias que apuestas por la autoayuda leyendo esto en su despacho y me parto la caja. Me caigo al puto suelo de la risa, de verdad.

También tenemos algunos pasajes con fuertes connotaciones existenciales, como el de la página 77/78 del relato
Johnny Dos de Espadas:

"
No puedes salvar a alguien de sí mismo. Lo perderás todo al erigirte en redentora. No cunseguirás curar al malherido. No puedes reparar el daño hecho por padres ególatras, examantes despiadados, pederastas, tiranos, o afligidos por la pobreza, la depresión o el simple desequilibrio químico. Una psique maltrecha no tiene arreglo, no puedes vendar cicatrices antiguas, ni eliminar con caricias una herida pasada. No conseguirás que el dolor desaparezca. Tus gritos no acallarán la voz que les susurra en el interior de la cabeza
...
Cuanto más dure tu amor por una persona dañada, más te dolerá. Se burlará de tu generosidad, abusará de tu afecto, confiará en tu indulgencia, pondrá tu paciencia a prueba, agotará tu energía y, finalmente, asesinará tu alma".

Soberbio. Aunque soberbios son también el esfuerzo y la labor de estas nuevas editoriales que se están abriendo un hueco en el mundillo apostando por una literatura menos convencional, como es el caso de la joven
Libertos. En las librerías hay espacio de sobra, y ya es hora de guardar en el almacén parte de la bazofia comercial y dejar libre un estante para los leones de la literatura.

jueves, 2 de diciembre de 2010

VISCERALES /26. Francesco Spinoglio





Copio y pego del blog "Escrito en el viento" de José Ángel Barrueco. Gracias chicos por brindarme la posibilidad de participar en la antología "Viscerales", cuyo lanzamiento está previsto para enero de 2011:

"Ha publicado las novelas El Dorado y Camino de la gloria. Vivió un tiempo en Madrid y actualmente reside en Barcelona.
Francesco nació en Casale Monferrato, una pequeña localidad del norte de Italia cercana a Turín. Al cumplir 20 años se marchó a España con una mochila, poco dinero y muchos sueños. Contagiado por la literatura picaresca, en 2003 llegó a Sevilla, donde desempeñó los trabajos más humildes y diversos. De allí, y de su estancia en Madrid, se nutren sus obras.
Sabemos de buena tinta que Francesco sostiene feroces disputas con muchos de los editores de este país. Puede que algunos lo tengan en el punto de mira, para mal. Nosotros también lo tuvimos, pero para bien. Sus textos están influidos por John Fante y, por si fuera poco, meses atrás conoció en Italia a su hijo, Dan Fante, también escritor y aún inédito en España".

miércoles, 3 de noviembre de 2010

AMOR MALO Y FEROZ, de Larry Brown



¿Cuántos jóvenes (y no tan jóvenes) escritores se habrán preguntado alguna vez sobre la política de muchas de las grandes editoriales a las que remiten sus obras y reciben a cambio insulsas cartas de rechazo, si es que llegan a recibirlas? ¿Cuántos de ellos se habrán cuestionado sobre el dudoso y más que cuestionable criterio a la hora de lanzar una obra mediocre por todo lo alto, mientras que miles de supuestas genialidades crían polvo en algún cajón destartalado? ¿Están realmente amañados los premios literarios en España y en el mundo, que siempre los acaba ganando el Antonio Gala de turno? ¿Es todo una mierda como parece? Desafortunadamente no soy quién para contestar a estas preguntas y de hecho ni siquiera me sé las respuestas. Bueno, una sí la sé a sabiendas: todos los concursos literarios cuyo premio alcanza una cuantía considerable y otorga prestigio al ganador están amañados. Todos, así que mejor ahorraos la guita por la impresión y el envío del manuscrito y compraos Amor malo y feroz del estadounidense Larry Brown (1951-2004). Es una obra dura, sacada de las entrañas y plasmada en el papel con un cinismo sutil y desgarrador. La componen varios relatos engarzados, siendo 92 días, el último y más extenso, el que sin duda resume mejor las inquietudes de un aprendiz de escritor que no consigue hacer mella en el mundo editorial y se agarra a la fatua esperanza de las cartas de rechazo mientras su vida le pasa de lado. En una ocasión, tras la enésima negativa donde se le aduce que su obra no encaja en el mercado actual, la frustración lleva al escritor a redactar la siguiente carta como respuesta:

“Usted, señor, es un ignorante. ¿Cómo cojones sabe que no se va a vender si no intenta venderla?¿Y cree que puedo sacarme otra del culo en cinco minutos? Estuve trabajando en esa cabrona durante dos años. ¿Tiene idea de lo hecho polvo que se queda uno después de terminarla? Le gusta hacer de Dios con la gente, ¿es eso? Retuvo mi manuscrito durante tres meses y ni siquiera lo hizo circular por ahí. Y aquí he estado yo todo este tiempo creyendo que quizá había alguien pensando en comprarlo. Ojalá estuviera usted aquí en mi casa. Le daría una paliza del copón. Le llenaría el culo de barro y se lo patearía hasta secarlo. Cabrón de mierda. Espero que se quede sin trabajo. De todos modos lo hace de puta pena. Espero que su mujer le pegue la gonorrea. Ojalá tuviera yo su trabajo y usted el mío. ¿Qué le parece pintar casas con treinta y ocho grados de temperatura? Le aseguro que no tiene ni pizca de gracia. Espero que de camino a casa le atropelle un taxi. Y que después se muera tras un mes de dolores atroces”.

Hice subir la carta por el rodillo y la leí. Me pareció que era bastante buena. Expresaba justo lo que sentía. Me hizo sentirme mucho mejor. La leí dos veces y luego la saqué de la máquina, la rompí y la tiré. Después me puse a trabajar en un relato.

Y también tenemos momentos de reflexión donde el protagonista llega a analizar racionalmente las posibles causas de su fracaso como escritor. Leemos en la página 240:

Tenía la certeza de que al menos algo de lo que escribía era bueno, era sólo que aún no había encontrado a nadie que compartiese mi visión de las cosas. Nadie con poder. Nadie que pudiera decidir si se iba a publicar o no. Tenía constancia de que existía una jerarquía, y celos, e informes oficiales interdepartamentales y notas escritas a toda prisa. Ellos no se percataban de que sus papelitos hacían que avanzaran o o se retrasaran las carreras literarias de la gente, de que muchos de nosotros vivíamos y moríamos con un trazo de sus bolígrafos. No tenían ni idea de su poder. Nosotros éramos un vasto efluvio anónimo de autores que no habían demostrado aún su valía, y ellos recibían tal cantidad de material malo que se les hacía difícil encontrar algo que mereciera la pena entre tanta bazofia. Quizá acababan hastiados de todo, con los ojos petrificados por toda la mierda que caía delante de ellos. O quizá todo aquel material de mala calidad les había convencido de que todo era lo mismo, que nada bueno podría salir de una montaña de basura, que la búsqueda había terminado y que jamás descubrirían a otro Hemingway. Todo eso lo podía sentir muy profundamente. No podía probarlo, pero lo podía sentir.

Un buen libro que todo escritor en cierne debería leer. Invita a la reflexión, a pensar en las miles de obras maestras que se han quedado en el olvido a lo largo de la historia de la humanidad, a considerar que el iceberg que sobresale en este gran mar de palabras que es la literatura no es más que la punta de un enorme bloque submarino cuyas raíces se hunden en los orígenes del mundo.

martes, 2 de noviembre de 2010

PRÓXIMAMENTE ANTOLOGÍA VISCERALES


Viscerales (Ediciones del Viento, 2011) del blog thekankel.blogspot.com de José Ángel Barrueco.


Como muchos ya saben por Facebook (ésta es la página que allí hemos creado), hoy arranca la promoción de Viscerales, la antología que Eduardo Riestra publicará en Ediciones del Viento a mediados de enero de 2011. La selección y coordinación son de Mario Crespo y de un servidor. Él ha escrito el prólogo de apertura. Yo me he encargado del epílogo que cierra el libro.

Hemos seleccionado a 40 autores y, antes de nada, lo digo: entre esos 40 autores no estamos nosotros. Tampoco están muchos colegas a los que nos hubiera gustado meter, pero no fue posible por razones de espacio o de tiempo; ni están unos cuantos escritores a los que no conocemos personalmente y no hemos sabido cómo localizar. Elegir a unos y dejar fuera a otros es un proceso doloroso. Sabes que te puedes jugar una amistad. Para quien piense "¿Por qué no contaron conmigo?", ya aviso que habrá más antologías y llamaremos a quienes no he podido llamar. Tenemos aún un par de buenas ideas para el futuro.

A partir de hoy en Facebook (y en breve en nuestros blogs) iremos colgando material: fotos, vídeos, fichas... Poco a poco iremos dando a conocer a los autores. Habrá algunas sorpresas. Desde aquí, gracias infinitas a Eduardo Riestra por su apoyo al proyecto, y a todos los implicados por su colaboración y sus magníficos textos. Creemos que es una antología potente, con gente que empieza y con gente de amplia trayectoria. En cualquier caso, no os dejará indiferentes. Como mi compinche Mario dice: es "una antología de vómitos y otros textos".

viernes, 23 de julio de 2010

Óscar Santos Payán y el baile de la berenjena


Descubrí la nueva editorial Ediciones Baladí por pura casualidad. Estaba dando vueltas por una librería del centro cuando de repente me fijé en un libro con un título interesante: “Anatomía de Caín”. Dos cosas me llamaron la atención: la edición muy cuidada y el hecho de que además fuera ilustrada, algo muy poco frecuente hoy en día. Me recordó las ediciones de principios de siglo del Buscón o del Lazarillo, esas joyas con forma de libro que desde hace tiempo descansan en paz en los anaqueles de mi biblioteca personal. Bueno, el hecho es que me leí ese libro y me puse a seguir los pasos de una editorial en cierne que se atrevía con semejantes ediciones y con obras que brillaban por la ausencia de templarios, vampiros y demás gilipollas. El siguiente lanzamiento fue “Un libro que podría titularse el baile de la berenjena” de un tal Óscar Santos Payán, autor que no conocía ni de oído. La novela fue una grata sorpresa, y más en un país donde se detecta cierto temor a la hora de publicar obras fluidas, directas, marcadas por una prosa sencilla y corrosiva al mismo tiempo. Óscar nos cuenta la historia de un joven adolescente que se forja en un pueblo imaginario de la España profunda llamado Cataratas de Mar, con sus sueños, sus inquietudes, sus primeros amoríos y sus decepciones. El protagonista crece página tras página y va descubriendo poco a poco el mundo de los adultos gracias también a los consejos del sabio Genaro, viajero incansable que ha regresado al pueblo con una maleta llena de experiencia. Leemos en la página 51:

La vida es un juego, y sólo conocemos el comienzo y el final. Lo demás son reglas inventadas por los hombres. Trucos que utilizamos para ir salvando los obstáculos que se cruzan en nuestro camino. Por eso nunca, si uno quiere, se es joven o viejo. La única diferencia es la forma de vivir”.

Y en la página 138:

“Genaro siempre repetía la misma frase: la naturaleza obra sin maestros. No era una frase suya. No me pregunten de quién. Creo recordar que era de algún sabio de esos que trabajan haciendo frases para que siglos después las repitamos nosotros”.

Luego está Jorgito, hijo del veterinario del pueblo, el amigo inseparable con quien el protagonista habla de la vida y del amor que siente por la bella e inalcanzable Rosario. Es su mano derecha, el apoyo en los momentos de dificultad, el guardián de los secretos del amor. En definitiva, el amigo que todos hemos tenido o buscado en algún momento de nuestra adolescencia.

Siempre he pensado que lo mejor que puede hacer un autor en su trayectoria literaria es escribir un libro sobre su adolescencia, añadiéndole por supuesto todas las dosis de ficción que se le antojen. Ésa será su obra maestra, por muchos libros que escriba después. Será su cofre mágico donde están guardados los recuerdos más tiernos, y le bastará hurgar entre los capítulos del libro para dar un salto atrás en el tiempo, para volver a sentirse niño y saborear el dulce aroma de los sueños.

Una buena novela escrita en primera persona, con sus tacos, su prosa fluida y una historia de seres humanos en la que priman los sentimientos. Sin vampiros, ni zombies, ni mierdosos consejos de autoayuda y, sobre todo, sin ningún jodido entresijo del jodido Vaticano. Lo único que tenemos aquí son emociones, emociones plasmadas en el papel que refrescan un poco este bochornoso crepúsculo literario.



domingo, 16 de mayo de 2010

FUCK AMÉRICA, Edgar Hilsenrath




Obra maestra. Soberbia, deliciosa y altamente corrosiva. Di con este libro por casualidad mientras observaba las últimas novedades en una librería del centro de Barcelona. El diseño de cubierta me resultó atractivo, así que cogí el libro y leí la primera página (ésa es mi treta habitual para saber, después de cinco o seis líneas, si me están vendiendo literatura o la mierda de marras). Me quedé boquiabierto y seguí leyendo hasta la segunda página. Frases rápidas y diálogos cortantes. Hojeé el libro, leí algunos párrafos al azar y luego me dirigí a la caja con la excitación típica de quien acaba de encontrar una cartera rebosante de billetes de cien euros en medio de cubos de basura apestosa. Un milagro. Llegué e casa y en menos de dos días devoré la historia de Jakob Bronsky, emigrante judío que en 1952 llega a América tras huir milagrosamente del gueto de Czernowitz. Al igual que el incansable Arturo Bandini del mítico John Fante, el protagonista es un aprendiz de escritor que se ve empujado a matricularse en la universidad de la vida y a cursar una asignatura obligatoria de primer ciclo: el sueño americano y sus peros. En la página 56 leemos:

Los emigrantes suelen sentarse en las primeras mesas, apretujados junto al amplio ventanal de la cafetería decorado con bizcochos de plástico de diferentes colores. Se sientan allí todas las tardes, contemplan Broadway Avenue, iluminada, y la esquina oeste de la calle 86, se cachondean de las putas, se cagan en América y en el sueño americano, se quejan de los coches grandes, la comida insípida, el mal café, los trabajos absurdos, maldicen a las avariciosas mujeres americanas que no se pueden permitir, hacen planes, planes para volver a Europa, hablan del pasado, pero jamás de la guerra, hablan de los viejos tiempos, de los cafés “donde había revistas a disposición del cliente y el café se servía con nata montada”, hablan de chicas que tuvieron en sus brazos “por una bagatela… no como aquí”, hablan de las enormes casa que tenían entonces, de sus criados, sus negocios. Todo iba bien: la comida era buena, las flores frescas, el cielo tenía un azul distinto y las calles estaban limpias. Sin negros. Sin portorriqueños.

Por este suburbio se mueve Jakob Bronsky, el gran artista al que el mundo aún no ha descubierto, y es aquí donde crece y se forja con la firme decisión de escribir una gran novela titulada EL PAJILLERO, a la vez que lucha por rescatar del olvido los horrores vividos durante el Holocausto y encontrar su lugar en el mundo.
Un cruce perfecto entre John Fante, Bukowsky y el Cormac Mccarthy de La carretera (por lo de los diálogos). Lectura imprescindible.

lunes, 22 de marzo de 2010

EL DÍA DE LA LANGOSTA, Nathanael West


Ding dong dang. Suenan las campanas y aquí estamos otra vez para recomendar un buen libro, de esos que no pueden faltar en la biblioteca de cualquier lector honrado. Otra vez nos situamos en Estados Unidos, patria de la mejor literatura mundial con clara diferencia, y nos vamos a 1939, año dorado en el que salieron nada más y nada menos que tres obras maestras: Pregúntale al polvo del maestro John Fante, Las uvas de la ira de Steinbeck y este Día de la langosta de Nathanael West, novela que nunca había llegado a mis manos hasta hace tan sólo un par de semanas. Es la historia de siete personajes que se mueven en el mundillo de Hollywood en los años treinta, cada uno retozando en su propio charco de sueños, desilusiones, y fracasos provocados por la imposibilidad de encontrar su sitio en un mundo de cartón en el que la suerte, y no el talento, es la única aliada del éxito. La escena final, cuando el pintor se ve atrapado en medio de la marabunta alocada que acude a un estreno y que a su paso lo arrasa todo igual que una plaga de langostas, es un auténtico prodigio ficcional. Reproduzco los párrafos estelares:

“Nuevos grupos de gente, familias enteras, seguían llegando. Tod se daba cuenta de cómo cambiaban en cuanto formaban parte de la multitud. Hasta que llegaban a ella andaban con paso inseguro, casi furtivo, pero en cuanto se integraban se volvían arrogantes y belicosos. Era un error considerarlos curiosos inofensivos. Eran salvajes amargados, especialmente los de mediana edad y los ancianos, y lo eran por culpa del aburrimiento y el desengaño. Durante toda su vida habían sido esclavos de alguna tarea pesada y monótona, detrás de mesas de oficina y mostradores, en los campos y entre toda clase de máquinas tediosas, y habían ahorrado cada centavo y soñado con el ocio del que disfrutarían cuando llegase la hora. Y luego, ese día llegaba. Recibían una pensión semanal de entre diez y quince dólares. ¿A dónde iban a ir sino a California, la tierra del sol y de las naranjas?Una vez allí, descubrían que el sol no es suficiente. Y se cansaban de las naranjas, de los aguacates y hasta de las granadas. No ocurre nada. No saben qué hacer con su tiempo libre….

El aburrimiento se vuelve cada vez más terrible. Se dan cuenta de que han sido engañados, y se consumen de resentimiento… El sol es una broma. Las naranjas no despiertan sus delicados paladares. Nunca hay nada lo bastante violento como para animar sus cuerpos y sus mentes inertes. Los han engañado y traicionado. Los han esclavizado y salvado para nada”.

Produce la misma fruición que cuando escuchamos la novena de Beethoven. Absolutamente sublime. Id a buscar este libro en las librerías y olvidaos por un momento de la mediocridad que ofrece el triste panorama actual.