martes, 15 de octubre de 2013

LA CHICA DE NUEVA INGLATERRA, de SHERWOOD ANDERSON



Apuesto ahora mismo cien euracos a que, si entrevistáramos a cincuenta editores y a otros cincuenta agentes literarios al azar en España (excluyendo por supuesto a los que lo publican), no serían más de diez los que hayan leído a Sherwood Anderson, el mejor cuentista de todos los tiempos y el padre de la narrativa norteamericana moderna. En otras palabras, menos del 10% de los encuestados. El 90% van a poner cara de sorpresa o se van a creer que es un artista contemporáneo que todavía no ha dado el gran salto, por eso no han oído hablar de él, claro. En más de una ocasión he quedado con editores que se jactaban de llevar más de veinte años en el mundillo. Oye, ¿qué te parece Dostoievski? ¿Y Hubert Selby jr? ¿Has leído a Sherwood Anderson? ¿Y a Mateo Alemán? ¿Sabes quién es Herman Hesse? Y Thomas Mann? Oye, ¿te suena de algo el nombre de Luigi Pirandello y de John Fante? ¿Y Bukowski, Carver, Camus, Hemingway, Céline? Podría seguir hasta el infinito, y no sabéis la de sorpresas que uno se puede llevar al mencionar a estos autores en presencia de un editor. Los agentes literarios mejor ni te cuento. Te dirán que han leído a algunos y que a la mayoría los tienen pendientes de lectura en casa. Ya... Y yo me pregunto: "¿Esta es la gente que se encarga de darnos a conocer la buena literatura? ¿Qué clase de criba pueden hacer si no tienen una base sólida de lecturas ni poseen un criterio claro avalado por las mismas? ¿Quiénes son estos patanes disfrazados de ávidos lectores? Recuerdo que un día le mencioné los susodichos autores a una editora que conozco. Me contestó: "No me suenan, pero me gusta mucho Mercé Rodoreda, autora de La plaça del Diamant, ¿la conoces?" A uno le entran ganas de arrancarse el pelo y ponerlo en el cenicero de la mesa. Estás despedido/a de la editorial. ¡Pero si tengo quince años de experiencia! Por eso mismo estás despedido/a: llevas aquí un montón de tiempo y no tienes ni puta idea. Vete a vender enciclopedias, coño. Toma, este libro se titula La chica de Nueva Inglaterra y su autor es Sherwood Anderson. Está incluido en tu finiquito. Sí, ya sé que no te suena de nada. Puedes leerlo mientras vas de puerta en puerta con el evangelio pregonando la palabra de Jesús. Son cuentos que hablan de la vida y de la soledad del mundo, del destino del hombre arraigado en la tierra y de esa sensación de vacío que todos hemos tenido alguna vez en la vida, esa sensación de que vayamos única y exclusivamente detrás de un montón de nada. Ya sé que te cuesta entenderlo, por eso ya no hay sitio para ti en la editorial. Demasiado tiempo has ocupado este puesto sin merecerlo. Venga, te voy a leer un par de párrafos. Página 30, relato Semillas:

"La vida de la gente son como los árboles de un bosque que poco a poco van siendo estrangulados por enredaderas, y que finalmente mueren asfixiados. Las enredaderas son a su vez viejas creencias, antiguos pensamientos plantados por hombres muertos. Yo mismo estoy cubierto por enredaderas que me están devorando poco a poco".

Ya lo sé: tienes la sensación de que no hay intriga, de que no pasa absolutamente nada en seis líneas, por eso estás despedido/a. No tienes ni puta idea. No puedes continuar aquí. Página 36, seguimos con Semillas:

Lo que realmente necesitaba era que alguien la amara, que alguien la amara con paciencia y ternura. Era un ser grotesco, no lo voy a negar, pero todos los habitantes de este planeta somos, al fin y al cabo, grotescos. Todos necesitamos que alguien nos ame. Lo que podría haberla curado podría curarnos también a todos nosotros. Su enfermedad es universal. Todos queremos que alguien nos ame, pero no es fácil encontrar un amante en este mundo".

Ya lo sé: no hace una descripción pormenorizada de los rasgos físicos del personaje tal y como te han enseñado en el taller de escritura creativa del barrio, por eso mismo estás despedido/a. Te falta poso, y eso no se consigue en dos días ni con una clase de escritura impartida por primos. Sí, para el finiquito tienes que firmar justo aquí abajo. Página 51, relato El huevo (obra maestra absoluta):

Es verdad que cuando empiezan a dar sus primeros pasos los pollitos parecen despiertos y hasta lúcidos, pero al final sacan a relucir su espantosa estupidez. Es asombroso y hasta desconcertante ver lo mucho que se parecen a las personas.

Ya lo sé: no entiendes bien la frase y te parece una comparación de mal gusto, por eso mismo estás despedido/a. Estoy seguro de que  te vas a forrar vendiendo la palabra de Jesús y las enciclopedias sobre dinosaurios, pero olvídate de este sitio.

Y sí, ya sé lo que estás pensando: que tengo la olla ida. Desde luego que sí, y seguro también que soy un tipo jodidamente grotesco, pero te prometo que te acordarás de mis palabras el día en que te pongas a leer un libro de Sherwood Anderson y la magia se apodere de tu mente. Tendrás la sensación de estar sentado/a frente al fuego de una chimenea en pleno invierno. A tu lado revolotearán los protagonistas de una américa profunda y atávica y te abrigarán del frío susurrándote al oído sus historias olvidadas. Cuando leas el relato La trampilla, seguro que la soledad del mundo abandonará tu cálido hogar y se quedará mirándote desde la ventana con el cuerpo recubierto de nieve. Un diez para Nórdica Libros. Me tenéis ganado.