Nunca había oído hablar de Lydia Lunch ni de la Editorial Libertos. Nunca. Supongo que me atrajo el diseño de cubierta, o quizá ese título tan cañero: Medidas Desesperadas. Leí algunas líneas al azar y lo compré. Vaya, pensé, por fin una mujer que no escribe libros de autoayuda sobre cómo ser feliz y subir la autoestima tras el quinto parto. Interesante. Después de acabar la lectura, comprendí que tenía entre manos a una grandísima escritora, a la altura de los maestros de la literatura americana como Hubert Selby Jr. o John Fante, tipos sin pelos en la lengua y con esa escritura ácida que corroe sin piedad todo rastro de convencionalismo basura. Frases rápidas, palabras sonoras, conceptos contundentes, todo empapado en una furia ciega que mantiene al lector cogido de los huevos hasta el final.
El libro está dividido en cuatro partes y cada una de ellas se compone de unos cuantos relatos. Entre los más logrados destaco La maternidad no es obligatoria, En una época de engaño universal y Johnny Dos de Espadas, además de la entrevista con Hubert Selby Jr. en la última parte titulada El hombre que se negaba a morir. Son los más duros, atrevidos y sobre todo profundos. Por ejemplo, leemos en la página 44:
"Mi reloj biológico se descompuso incluso antes de ponerse en marcha. La sola idea de que una forma de vida extraña se desarrolle en el interior de mi cuerpo me aterroriza. A duras penas soporto vivir en mi propia carne. Llamadme inhumana, si queréis, pero pensar en dar a la luz me da escalofríos. Me parece el acto más antinatural que una mujer pueda perpetrar conscientemente contra sí misma".
Me imagino a una de esas agentes literarias que apuestas por la autoayuda leyendo esto en su despacho y me parto la caja. Me caigo al puto suelo de la risa, de verdad.
También tenemos algunos pasajes con fuertes connotaciones existenciales, como el de la página 77/78 del relato Johnny Dos de Espadas:
"No puedes salvar a alguien de sí mismo. Lo perderás todo al erigirte en redentora. No cunseguirás curar al malherido. No puedes reparar el daño hecho por padres ególatras, examantes despiadados, pederastas, tiranos, o afligidos por la pobreza, la depresión o el simple desequilibrio químico. Una psique maltrecha no tiene arreglo, no puedes vendar cicatrices antiguas, ni eliminar con caricias una herida pasada. No conseguirás que el dolor desaparezca. Tus gritos no acallarán la voz que les susurra en el interior de la cabeza
...
Cuanto más dure tu amor por una persona dañada, más te dolerá. Se burlará de tu generosidad, abusará de tu afecto, confiará en tu indulgencia, pondrá tu paciencia a prueba, agotará tu energía y, finalmente, asesinará tu alma".
Soberbio. Aunque soberbios son también el esfuerzo y la labor de estas nuevas editoriales que se están abriendo un hueco en el mundillo apostando por una literatura menos convencional, como es el caso de la joven Libertos. En las librerías hay espacio de sobra, y ya es hora de guardar en el almacén parte de la bazofia comercial y dejar libre un estante para los leones de la literatura.