jueves, 30 de junio de 2011

CUERPO, DE HARRY CREWS



Valoración de este libro: obra maestra. Pero vayamos por partes. Primero: odio a los culturistas o a los aspirantes a culturistas o a los aprendices de culturistas. Me parecen todos unos tíomierdas. Y, para que conste, soy un tipo que acude con frecuencia al gimnasio para entrenar y mantenerme en forma. Lo que no hago, evidentemente, es hincharme a proteínas de cocodrilo, hormonas de mamut y anabolizantes de tiranosaurio a las puertas del verano para ponerme como un globo y fardar de músculos en la playa. Y encima no es raro ver a esos tipos tan grandes cagándose encima o tirándose unos pedos ruidosísimos por el esfuerzo al levantar una barra de cincuenta kilos. Pringaos. Así que me dije: ¿en serio te va a interesar un libro que se centra en un concurso de culturismo? Segundo: decidí arriesgarme en la compra y no me arrepiento, más que nada porque en esta maravillosa novela, una vez más made in EEUU, no solo se habla de culturistas, sino que se ahonda en los sentimientos y en la vida de la gente de una manera no tan distinta a como lo hizo Clint Eastwood en Millon Dollar Baby. Es la historia de Dorothy Turnipseed (apellido que en inglés significa "semilla de nabo"), una chica sencilla de pueblo que ahora puede ambicionar al título de Miss Cosmos gracias a su entrenador, Russell Morgan (llamado también Russell Músculo), quien le pone a su campeona el deslumbrante nombre artístico de Shereel Dupont. Ella es la gran favorita para alzarse con el primer premio, pero hay un inconveniente: toda la familia de Shereel viaja desde Georgia y se presenta en el hotel donde va a tener lugar la competición. El choque entre el mundo de los culturistas y el de los paletos produce un estallido más fuerte que la misma bomba atómica, y el lector se descojona a lo largo del libro y a veces incluso corre el riesgo de caerse de la silla o del sofá o de donde cojones esté sentado de tanto partirse la caja. Sin embargo, por encima de todo, incluso de la belleza de lo grotesco y de las risas, está el ahondamiento en los sentimientos y en las emociones que muy a menudo caracterizan al ser humano. Los personajes se quedan grabados a fuego en la memoria y algunos incluso llegan a cobrar vida propia en la mente del lector, como Cabeza Clavo, Billy Murciélago, el padre Alphonse (a quien todos llamaban Fonse menos su mujer), Muro, Russell, Motor, Earline y, por supuesto, Shereel. El final, de alguna manera presagiado, es la guinda en el pastel en esta fabulosa obra de arte. Aquí van algunos párrafos:

Pero siempre había tenido cuidado porque si había algo que sabía sin ningún género de dudas era que la rareza era más contagiosa que la gripe porcina. Un hombre prudente tomaba precauciones para no contraerla (pág. 123).

Encerrarse en sí misma. El nombre de aquel juego era: control. Controlarlo todo. Creer que puedes controlarlo todo. Créetelo y es tuyo. Créetelo y no habrá otra verdad (pág. 314).

La moraleja final es la siguiente: hay que hacerse con este libro, sea como sea. Mi más sincera enhorabuena a la editorial Acuarela Libros & Antonio Machado por publicar esta joya literaria en España.




viernes, 17 de junio de 2011

LA ENFERMEDAD DEL LADO IZQUIERDO, de Esteban Gutiérrez Gómez


Leí este libro ayer por la noche tras jugar un torneo online de póquer de más de tres horas. Aposté a lo loco con un par de ases de mano y perdí contra un trío de dos en el river. 17.000 dólares en fichas (tranquilos, he dicho en fichas) que se abismaban por el retrete, aun teniendo una mano ganadora en el 90% de los casos. Para prenderse fuego con gasolina sin plomo. Así que me dije: vas a soñar toda la puta noche con ese jodido par de ases y quizá una buena lectura sea lo mejor para relajarse un poco y poder conciliar el sueño. En una hora y media tenía leída la novela de Esteban, lo cual significa que la lectura duró menos que el torneo, pero resultó ser tan amena que luego dormí como un bebé. Eso se llama trasmitir energía positiva, y la verdad es que esta novela, en forma de cuentos hilados, nos lleva hacia la paz interior y nos hace reflexionar sobre cómo despertar la sabiduría que llevamos dentro disfrutando de las pequeñas cosas del día a día. Pascual, el protagonista, es un hombre enjaulado en un matrimonio sin sentido donde la mujer, Norma (el nombre viene pintiparado), lo obliga a seguir unas estrictas reglas de convivencia enumeradas en un libro de hule azul. Cosas tan idiotas como programar los coitos, las salidas con los colegas, las dietas y demás idioteces que solo una mente enferma y delirante podría pensar. A la parienta se le va la castaña que es un placer. El malestar interior del pobre Pascual es tan agudo que el cuerpo lo somatiza en el lado izquierdo, curiosamente el más próximo a Norma cuando se acuestan, y donde además tenemos el corazón. Vaya casualidad. El trabajo también es alienante y no se me ocurre un puesto más absurdo que coordinador de coordinadores bancarios (CCB). Supongo que hay que probar a revestir semejante cargo para saber lo que es esperpéntico de verdad. Pero el protagonista reacciona, y tras despojarse de las cadenas del convencionalismo y conocer a África, una tipa llena de energía positiva, descubre el lado espiritual de la existencia, pero sobre todo aprende a valorar el presente como el bien más preciado de todo ser humano:

Como dicen los maestros, se llega a la espiritualidad por el sufrimiento, porque una vez alcanzada te das cuenta de que te han despellejado (pág. 102).

Viajé mucho para aprender que la sabiduría se encuentra dentro de uno mismo, que no tiene más que contemplarse para llegar a ella. Poco a poco fui dándome cuenta de que cada vez era menos lo que necesitaba para ser feliz: una comida al día ropa que guardase el calor del cuerpo que habitaba y generar tiempo para ahondar en los buenos sentimientos. Tan solo eso (pág. 105).

Creo que voy a seguir el consejo de Esteban, o mejor dicho de Pascual, y me voy a olvidar de una puta vez de esa pareja de ases. Estoy seguro de que lo conseguiré... ¿O no?


miércoles, 15 de junio de 2011

EL DEMONIO, DE HUBERT SELBY JR.


Leer a Selby significa algo más que leer un simple libro. Significa adentrarse en la mente endemoniada de los protagonistas de sus novelas y saborear hasta el fondo la angustia y la locura que mana de una escritura única y originalísima. Quizá no sea este su mejor libro, lo reconozco, pero sigue siendo superior por fuerza narrativa y calidad literaria a la mayoría de obras contemporáneas. Para un lector que no esté familiarizado con la escritura delirante del autor puede que la historia a veces resulte plúmbea y amazacotada, pero el análisis del ser humano que se lleva a cabo es absolutamente magistral. La historia, como ocurre con otras obras de Selby, es muy sencilla: tenemos a un tal Harry White (imposible escoger un nombre y un apellido más comunes), un hombre lleno de vitalidad y con una brillante carrera de ejecutivo por delante. El tipo vive con los padres y trabaja en el centro de Nueva York y se lo pasa pipa acostándose con mujeres casadas siempre que le dé la gana. Vive por encima del matrimonio y los hijos y la familia y todos esos valores prefabricados que en la mayoría de los casos acaban pesando como lastres en la vida de la gente. Cadenas que te joden la vida. En definitiva: nuestro Harry vive de putísima madre. Pero en su cabeza hay algo que lo inquieta, una ansiedad creciente, un afán por ir más allá, lo que los románticos alemanes denominaban "streben", una insatisfacción que lo devora por dentro. Entonces empieza la caída libre: acaba casándose para poder dar una buena imagen social y así ir ascendiendo dentro de la empresa, tiene dos hijos y se compra una casa a las afueras. Todo mierdavillosamente guapo, pero pronto empieza a salir con otras mujeres y el demonio quiere más y entonces las aventuras amorosas se trasladan a los arrabales de la gran urbe y luego el demonio vuelve a la carga.. Más aventura y emoción para darle un sentido a la existencia. Una vez más... una vez más... y Harry empieza a cometer pequeños hurtos en la oficina y una vez más... una vez más... y luego necesita matar a alguien para sentirse bien... una vez más... una vez más... en una lucha a muerte con el demonio que alberga su mente:

Pero era en vano: lo sabía con certeza, sabía que tendría que volver a hacerlo, y sintió el brote de una infección en la boca del estómago y supo que tan solo era cuestión de tiempo (de poco tiempo) hasta que el demonio lo volviera a devorar y él tuviera que encontrar algún modo de aliviarse de aquella enloquecedora tensión y de aquella corrosiva ansiedad (pág. 275). 


O pasajes finales que enlazan con el principio y sentencian la bajada definitiva del protagonista al infierno, como:

Y le pareció imposible que hiciera diez años de aquello, pero así era, y pensara lo que pensara sobre el tiempo o adoptara el punto de vista que adoptara, seguían siendo diez años, y ahora, pasada una década, algo iba mal y era inútil pensar en cuánto más podría soportarlo, se tratara de lo que se tratara, y miró la grisácea espesura y la sintió penetrar a borbotones en su cuerpo y fuese lo que fuese que hubiera o no hubiera ocurrido él seguía a este lado de la alambrada y no había manera de volver a estar al otro lado... ¡jamás! (pág 292).

La mayoría tenemos un demonio dentro, estoy seguro de ello. Lo que pasa es que algunos sabemos controlarlo mejor que otros. Es un bicho sin rostro, una voz que nos habla en el cerebro y nos confunde los sentidos. Recordad: controlar al demonio que tenemos dentro es la batalla más importante que podemos librar en vida. Amén.


viernes, 10 de junio de 2011

PRESENTACIÓN DE CUENTO KILÓMETROS EN BARCELONA


Esta tarde presentación en Barcelona de Cuento Kilómetros, la nueva novela de Mario Crespo publicada por Editorial Eutelequia. Participarán, además del autor, el escritor Jordi Carrión y un servidor. Será a las 19h en la Fnac Illa de Diagonal. Os esperamos.