lunes, 24 de octubre de 2011

VIVIR Y MORIR EN LAVAPIÉS, de JOSÉ ÁNGEL BARRUECO




Si este libro lo hubiera escrito alguno de los supuestos "grandes escritores", uno de los que están cabalgando la ola de la gloria (mi más sincera enhorabuena a todos ellos, más allá de los gustos personales), ahora los medios y los críticos más respetables estarían hablando de obra maestra. Pero no. Esta novela no ha salido del plumero de Javier Marías, sino que solo es el producto del enorme talento de José Ángel Barrueco, escritor y periodista relegado injustamente, por caprichos de la vida, a un segundo plano en el mundillo literario. Los que hemos tenido el honor de conocerlo sabemos de quién estamos hablando: un tipo humilde, sencillo, honrado y valiente. Su blog es uno de los más seguidos de España, su literatura es potente, su forma de ser encomiable. ¿Qué más se le puede pedir a un tipo así? Bueno, pues que se saque de la manga una gran novela, algo que le dé un empujón hacia el jodido cabezo del Olimpo, y he que cuando menos te lo esperas, cuando piensas que el señor Barrueco está cansado de luchar y su literatura se orienta más bien hacia horizontes admirables aunque empapados de un pesimismo algo moralizante (véase la novela Asco), el hombre va y publica Vivir y Morir en Lavapiés con Ediciones Escalera, otra editorial pequeña que trabaja como una grande. Se lo saca de la manga igual que un mago sacaría a un conejo de la chistera, igual que un tanto de Cristiano Ronaldo en el tiempo añadido de un partido decisivo de Liga. Y el público va en delirio. Yo por supuesto me considero parte de ese público descontrolado y delirante. He pagado dieciséis pavos por un libro, igual que un aficionado paga por su entrada, y me espero algo a cambio: buena literatura, emociones, profundidad. No quiero que me vendan mierda vomitada. Bastante tengo ya con mis pesadillas nocturnas (y cada vez más frecuentes) en las que sueño que me ahogo en un mar de diarrea. Si la historia resulta ser un bodrio me cabreo, me siento estafado y me dan ganas de entrar en la librería con una recortada. Con esta novela podéis estar seguros de que no os va a pasar eso. Serán los dieciséis euros mejor gastados del mes y disfrutaréis de un mosaico de personajes y situaciones que desde luego no dejan indiferente a nadie. En medio de todo eso, hasta tendréis tiempo de saborear una micronovela negra que el autor introduce hábilmente dentro de la narración. Más no se le puede pedir al autor. Aquí va un breve extracto:


LSD

- Lavapiés lo es todo, tío.
- ¿A qué te refieres?
- Es una caricia en el rostro. Y, a la vez, un puñetazo. Es basura y es poesía. Es flor y barro. Es un sucio y puto estercolero y es una maravilla y un paraíso. Habitan ángeles y demonios, aquí. Sí, tío...
Los dos amigos, en un banco, flipan.
- Eres un poeta.
-No, coño. Es lo que nos hemos metido. Buena mierda... (pág.: 98)

Sin miedo a equivocarme, puedo decir que este libro es a la literatura lo que Pulp Fiction es al cine. Lo demás se lo lleva el viento, incluso el sombrero que me quito ante semejante pieza artística.