Hace unos días, durante una cena entre viejos amigos, nos sacamos de la manga una teoría evolutiva que nos ayudaría por fin a dar el gran salto del que hablaba el tío Darwin, un salto que cada cierto tiempo se hace estrictamente necesario. En el nuevo modelo de sociedad se van a prohibir tres cosas (ya sé que las prohibiciones son malas y que esta palabra no suele ser bien asimilada por el cerebro humano, pero estamos hablando de un cambio drástico y necesario):
1) Prohibir la televisión, alias la caja tonta.
2) Prohibir el fútbol
3) Prohibir la reproducción entre seres humanos.
Al leer el punto tres, es probable que los del Partido Popular y esas madres ansiosas por tener un hijo sea como sea, da igual que se fecunde con semen de dinosaurio, me manden un sicario a casa, así que voy a ser un poco más claro. El caso es que vivimos en una sociedad donde hay que sacarse títulos y cursos para todo, pero resulta que cualquier idiota subnormal sin dos dedos de frente puede tener un hijo, y su falta de sentido común y de cariño se van a meter en la piel de la pobre criatura, quien, una vez adulta, nos va a dar por culo a todos. Intolerable, así que cursos y carreras y títulos para poder parir, y se acabó. Dicho esto, vamos a ver qué conseguimos con esta nueva teoría evolutiva:
1) Que la gente sea un poco más lista.
2) Que la gente aprenda a pensar con su propio cerebro en lugar de que lo haga la tele por ellos.
3) Que la gente compre y sepa apreciar La 4ª, el último libro de Mario Crespo, publicado por la prometedora editorial Lupercalia, en lugar de abarrotar las calles de Barcelona el día se Sant Jordi para llevarse el maravilloso libro del Faquir que se quedó encerrado en el horno de su puta madre.
La mayoría de las personas ni siquiera saben qué cojones es la segunda dimensión, ya que su vida se centra en lo que hagan o digan Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos o Belén Esteban (1ª dimensión), así que hablarles de la cuarta va a ser tan fácil como explicarle a un mono física cuántica.
Dicho esto, y pese a ser una novela bastante atípica, el lenguaje de La 4ª es ágil y fresco, y te engancha desde las primeras líneas. Sabemos que Mario Crespo es un apasionado de la metaficción. Sabemos que le gusta agitar en coctelera realidad y ficción, espacios temporales y flashback, dimensiones paralelas y evasiones de ensueño. Sabemos que le gusta servirlo frío y sin hielo en copa martini, para que el lector lo disfrute de un tirón y se quede con la frescura de su prosa. Sabemos que es un tío inquieto, y eso se ve plasmado en la novela. La 4ª arranca con la adolescencia del joven Carlos Barbosa, un joven intorvertido que se queda traumatizado tras recibir una brutal paliza en plena Semana Santa de los macarrillas del colegio. Después del triste suceso, Carlos se vuelve violento y acabará metido en el mundillo de la droga y los trapicheos. Luego el autor nos catapulta hasta 2010 y el relato está narrado en primera persona por Magdalena, novia de Carlos tras su huida de España a Nueva York (para mí gusto es el fragmento más flojillo de la obra). Luego estamos en los años 70, luego en 2046 y finalmente en 2012. No os voy a desvelar ciertos giros de la trama, pero sí os diré que el libro está lleno de guiños tanto a libros como a películas de culto, como por ejemplo El Padrino. Está rebosante de vida, de reflexiones, de teorías más que certeras sobre la actualidad, pero por encima de todo tiene HUMOR. Hoy más que nunca necesitamos reírnos y pasarlo bien, tomarnos las cosas con filosofía y olvidarnos por un momento de los problemas del mundo al son de una buena carcajada. La mayoría de los experimentos literarios de este tipo acaban siendo unos bodrios tremendamente serios escritos por profesores de talleres de escritura o tíos que se creen muy listos y que lo único que consiguen es aburrirte como una ostra. Mera paja. Necesitan alimentar su ego desde un pedestal y lo único que alimentan es el tedio. Son libros sin alma, sin garras y sin corazón. Mierda que la gente acaba comprando porque lo tiene el vecino o el colega en el curro, o por el bombardeo mediático de la editorial potente que saca el bodrio gracias al apoyo de los medios, que lógicamente están conchabados. ¿Ahora entiendes por qué es tan necesario dar un salto evolutivo? ¿No te das cuenta de que la pescadilla ya no tiene cola que morderse y ha llegado a la cabeza? Algunos pasajes:
La lectura de la novela me mantuvo un buen rato fuera del territorio que llamamos realidad y me otorgó el privilegio de vivir en una dimensión donde conviven la magia y la fantasía, donde existe la memoria y se refugian las almas, un sitio lejano donde se encuentran las fases más profundas del sueño y la inconsciencia, un estrato mental donde no hay vivos ni muertos, un lugar donde habita todo aquel que tiene recuerdos, un estado que otros llamarían Cielo o Nirvana y que yo denominé la cuarta dimensión (pág. 22).
Jesucristo fue un mártir, pero un mártir sobre el que se ha hecho mucha literatura. De hecho, la historia está llena de jesucristos. Y es que, en esencia, todo se reduce al principio y al fin, al alfa y al omega, a la lucha entre el bien y el mal. Cada época tiene su Jesús, su don Manuel, su Quijote, su profeta, pero todo al final continúa por los derroteros cíclicos que la geometría del universo admite (pág. 138).
En definitiva, el libro de Mario Crespo propone una fórmula interesante que desde luego nos ayudará en este arduo proceso de cambio: aprender a reflexionar sobre la cuarta dimensión y utilizarla para entender mejor el mundo. No se le puede pedir más a un libro, que además tiene una portada cojonuda, así que corran a comprarlo antes de que la distribuidora descargue en la librería el próximo vertido de basura y La 4ª se hunda en agua de borrajas.