sábado, 30 de julio de 2011

PERRERA, DE DANIEL RUIZ GARCÍA



Conocí a Daniel a través de la antología Viscerales, en la que ambos participamos con un relato (el suyo, como todos saben, es un auténtico cañonazo), aunque nunca nos hemos visto en persona. Empezamos a cartearnos y él tuvo el gran detalle de enviarme a casa un ejemplar de su novela Perrera. Un gesto encomiable, desde luego. Aunque eso no significa que el libro te tenga que gustar por cojones. Quiero decir que siempre acostumbro a separar al artista del ser humano propiamente dicho. Uno puede ser un tío de puta madre y escribir como el culo, y la verdad es que no pasa absolutamente nada. Si todos hubiésemos nacido escritores, desayunaríamos mamotretos en lugar de cereales. El caso es que me llega este libro y me lo llevo a la playa para leérmelo. Devoro un par de páginas y enseguida me doy cuenta de que estoy frente a uno de los grandes, de que el relato de Viscerales no ha sido un milagro sacado de la chistera y de que Daniel es uno de los escritores más destacados del panorama español contemporáneo. Muy destacado, joder. Avanzo con la lectura y me involucro cada vez más en la historia, me adentro en el pueblo de Balseras y siento las emociones y las inquietudes de Lucio, el Panceta, Cucho y Chamaco como si las estuviera viviendo en primera persona. Entonces me pregunto: ¿es tan difícil escribir así? ¿Por qué la mayoría de las cosas que leo, tan elaboradas y pregonadas a los cuatro vientos por todos los medios posibles, me huelen peor que la mierda de caballo? ¿Es que la mayoría de los escritores no son más que unos sangre de horchata con los huevos demasiado blandos? Como bien apunta Fernando Royuela, prologuista de este libro, el mundo en el que vivimos no es un lecho de rosas y, pese a las mentiras que levantamos cada día para que la miseria no nos aniquile la esperanza, la lucha por la vida sigue siendo el tema principal. Y de eso trata esta gran novela: de mostrarnos un recorte de vida cotidiana en un pueblo donde la violencia es el pan de cada día, donde la venganza y el sufrimiento son los únicos patrones posibles en un mundo sin esperanza en el que todo se ve borroso y esfumado:

Aquella mancha que camina decidida con una pistola en el bolsillo trasero vale lo mismo que esa otra que esta mañana rajaba a otra mancha junto a los chapolos. Ningún perro vuela en la perrera, no son pájaros ni moscas que puedan abandonar la jaula porque todos valen lo mismo: el mordisco que los mata (pág. 206).

Perrera es una historia de supervivencia cotidiana en un barrio humilde, es una inyección de honestidad, de vida, de emociones y de rabia. Pero, además de eso, es un ejercicio literario de altísima calidad con todos los ingredientes necesarios para atrapar al lector: un acontecimiento inicial que lo desencadena todo, un lenguaje contundente, unas metáforas paisajística muy atinadas y un tono narrativo acorde al tipo de historia.  
No sé si es muy fácil de encontrar en las librerías, pero intentad conseguir un ejemplar de este libro. Estoy seguro de que me lo agradeceréis. Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que estamos frente al Hubert Selby jr. español, y los productos nacionales hay que promocionarlos, igual que los pepinos.



1 comentario:

  1. Hola Francesco, he leído tu reseña de Perrera y voy a ver la manera de encontrar el libro, un saludo y suerte con los libros. Un colega también escritor.

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